Desde el séptimo piso | El Quindiano

2022-07-22 21:48:02 By : Mr. Pole Jing

El traslado de Diego y Miriam, pensionados y entrados en años, desde Bogotá a Armenia, la ciudad natal de los dos ha sido muy lento. Traumático. Es más, no se han podido radicar definitivamente en esta ciudad.  Diego fue operado de corazón abierto hace cinco años, la operación fue un éxito, pero la recuperación muy difícil. Vivió la pandemia sin complicaciones. Hoy se siente y se le ve muy bien. Miriam sufre de enfermedad pulmonar obstructiva crónica – EPOC - y es oxigeno - dependiente. Pero en Bogotá nada más, solo con llegar a Ibagué ya no necesita del concentrador de oxígeno, y en Armenia menos. Aquí se le ve en el centro comercial caminando, asistiendo a su lugar favorito en compañía de vecinas.  Se siente muy bien y se le mejor. Vendieron su casa situada en el barrio la Soledad de Bogotá, ya se la pagaron, la plata está en el banco y emprendieron la aventura de comprar una caso o apartamento en la ciudad Milagro. Desocuparon la casa. La entregaron. Y como no tenía nada comprado en Armenia, decidieron trasladar todos los muebles y enseres a una bodega en alquiler. Contrataron una agencia de mudanzas que embaló a la perfección, lo adquirido durante cuarenta años de vivir en una casa de 240 M2  con un jardín interior de 120 M2 y el exterior de 40 M2, seis habitaciones, biblioteca, estudio, comedor, sala, dos garajes, uno convertido en taller, para atender el hobby del señor, de construir artesanías en madera. En total se empacaron  208 cajas. Después de donar ropas, libros, muebles, enseres, botar a la basura, y entregar a los recicladores, los objetos que ellos aceptaron. De libros solamente, son 122 cajas, un total de 3450 ejemplares en buen estado.  

Y Diego y Miriam se vinieron para Armenia. Están viviendo donde una sobrina del señor. Se trajeron la ropa y los objetos de valor, lo más importante, según ellos. Mejor, lo que cabía en su camioneta, último modelo. Su chofer de toda la vida, los trajo. Y empezó el periplo de conseguir una casa o apartamento, en el cual acomodaran todas sus pertenencias, apiladas en una bodega de Bogotá. En especial sus libros. “Necesito una pieza muy grande para mi biblioteca.” Hoy, se cumplen  dos meses de estar viviendo donde una sobrina, que no para en la casa, y no han podido conseguir nada.  Diego se ha enfermado varias veces, en cambio Miriam esta radiante, se le ve feliz, no se cambia por nadie. De aquí no se va. No le importan los libros de su marido, ni los muebles, ni las lámparas finas. Nada, por la ropa no se preocupa, mantiene estrenando ropa de sport, comprada en almacenes de cadena. No necesita el concentrador de oxígeno.

Definitivamente a lo largo de los años se acumulan cantidad de objetos que su presencia, creíamos, era imprescindible, hacían parte de la vida. La capacidad de guardar es más grande, que la capacidad de borrar o eliminar. Y a todos nos llega la hora del desprendimiento, de “tener el valor para cambiar lo que puedo cambiar, la serenidad para aceptar aquellas cosas que no puedo cambiar, y la sabiduría para reconocer la diferencia”. Lo que permanece es lo que cambia. Mínima resistencia al cambio, máxima resistencia a la frustración. Tiempo para vivir y dejar vivir. Cambio de antiguas rutinas. Actividad permanente, suficiente descanso. Tomar mucha agua. Evitar la soledad. Pensionar los resentimientos que se manifiestan como intolerancia, desprecio, envidia, odio, vanidad, rigidez, cinismo, descontento, tensión, sarcasmo, autocompasión, malicia, desconfianza, ansiedad, sospecha, celos, o todas las anteriores. Vigilando las alegrías exageradas, tomándolo con calma. Seres agradecidos. Evitando los enredos emocionales, las arremetidas de los amoríos furtivos y fugaces.   La pareja estable es un seguro para enfrentar el resto de los días por vivir.

Ya se aprendió a ser amigo, compañero, respetuoso con cariño, amoroso sin excesos. Se conocen los límites de la amistad, pues ya se recorrieron los terrenos del amor cuando se tenían otros intereses. Hoy es, “Amor sin fronteras”. Dijimos  adiós a la persistencia del pasado y el temor al futuro. Sin dejarse alcanzar por los recuerdos. Solo por hoy. Este es un instante santo. Lo eterno es este momento. El problema es que, para vivir el próximo lunes, hay que vivir antes, el domingo, o sea HOY. Estar atentos a la vida, con las manos abiertas. Entre menos cargas se lleven, más liviano es el andar. Son tantas millas acumuladas en tantos caminos recorridos, que las experiencias vividas no se pueden deshacer fácilmente. Pero llegó la hora de hacerlo. Es imposible retroceder. Lo que importa es la manera como se siente y se entiende lo que sucedió, y eso si se puede modificar. Y con el paso de los años se van cambiando los sentimientos hacia esos hechos. Sin reciclarlos.

Tenemos mucho material, los hijos, los nietos, los grupos de adulto mayor, nuevas relaciones, los viajes, las lecturas, la gimnasia, nuevos hobbies, los aeróbicos, el yoga, danzas. Escribir y volver a escribir. Las redes sociales. Grupos y amistades virtuales. Escuchar buena música, admirar la belleza del paisaje Quindiano, el avistamiento de aves. Las travesuras de los nietos, el encargo de la compañera de toda la vida, la cita médica, la lectura que encapricha, la caminata matinal, conversar y muchas más. Y así ocupan nuestra mente historias nuevas que construimos, y vamos poco a poco jubilando recuerdos o mejor renovándolos con nuevo material. Es generoso el repertorio de oportunidades que tiene hoy, el nuevo adulto mayor para ampliar los escenarios en los cuales desarrolla, el resto de sus días. Ser ávido aprendiz. Cada día es un nuevo día, sin estrenar, presto a adquirir y compartir vida, alegría.

Es un imperativo de la época la unidad familiar. Es mandato generacional la independencia de los hijos. Es signo de salud mental, aceptar el desarraigo. Cada día son más jóvenes los padres, los abuelos. Hay síndrome del nido vacío muy pronto, en la jornada parental. Y los hijos hacen vida propia, creando su propio hogar. Y es muy sano emocional y espiritualmente dejarlos volar. En su equipaje llevan nuestras enseñanzas, testimonios y ejemplos. Toca que lo apliquen en su nueva vida. Y los nuevos adultos mayores se convierten en la reserva moral de la humanidad. Bibliotecas humanas. Fuentes inagotables del saber. Los más antiguos decían “donde hay un viejo, hay sabiduría”. El alumno siempre supera al maestro. Y esto se aplica con certeza para los hijos. El cordón umbilical se rompió muchos años atrás. Hoy la unión con los hijos es el ejemplo dado y la mano extendida para la ayuda oportuna. Siempre será más edificante y trascendente, ser referente y testimonio que sostén y bastón, todavía.   

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